jueves, 5 de junio de 2008

Con la música a otra parte

Demasiados días nublados, dijo el pasado sábado una señora que paseaba buscando el último de Antonio Gala en la Feria del Libro de Madrid. Era verdad; el cielo amenazaba lluvia entre el gris intenso, oscuro y melancólico de sus entrañas. De pronto cayeron unas gotas, no muchas. Los paraguas se desplegaron y yo, que como siempre no llevaba nada con lo que cubrirme, hube de esquivar no sin esfuerzo la selva que se abría.
Había ido a la Feria a ver a Juan Madrid para que me diese unos ejemplares de su novela. Me encontré con Sarita, su mujer, y nos fuimos a tomar un café porque Juan aún no había llegado. Al rato volvimos y le encontramos firmando sonriente, aunque me dio la sensación de que no parecía encontrarse muy a gusto entre sus propias obras, por lo que se esmeraba en degustar el efecto de los coñacs que se había metido entre pecho y espalda en la comida. Le saludé, me dio un cigarro, nos contamos un par de chistes y me despedía de él, de Sarita y de la cuñada de ambos, una sevillana cantante que me hacía muchas preguntas sobre cómo se escribe una novela... como si yo supiera algo.


La lluvia había amainado, los paraguas regresaban a su posición primitiva y ya que estaba por allí, me dije que tal vez sería bueno hojear algunos libros y enterarme de las últimas novedades. Sin embargo una extraña pereza, tal vez una premonición, hizo mella en mí, así que decidí irme con la música a otra parte, a Las Ventas, por ejemplo. Eché a andar y llegué al cruce que divide la zona de la doble hilera de casetas con la zona de una sola hilera. Allí hay un kiosco que ponen solamente para la feria.
Avanzaba velozmente con la esperanza de salir del Retiro antes de que volviese a llover, pero una voz me arrancó de ese sueño. Era una voz tan conocida que prácticamente es mi voz a estas alturas. Giré y allí estaba, sonriendo, con un tipo al que ya conocía de un par de veces más.
Es curioso, a veces, cuando te encuentras con el pasado (el pasado en muchos sentidos), te entran ganas de llorar. Yo las sentí, supongo... pero me contuve, tomé una coca cola dignamente y me fui con la música (un bolero en este caso, puede que aquel que se llama "Nosotros") a otra parte.

1 comentario:

Anónimo dijo...

El pasado siempre vuelve de una manera u otra.Aveces en forma de recuerdo y otras veces en forma fisica.Lo que yo me pregunto Dire es,¿que pasaria si ese pasado no volviera como eso,como pasado,si no que fuera nuestro presente?,es decir que nunca hubiera formado parte de nuestro pasado,porque es presente y pudiera seguir con futuro...Si no me entiendes te lo explico esta noche en el ensayo.Por cierto,en tus ultimas notas,te siento un poco....¿triste?