sábado, 5 de abril de 2008

Juegos del trapecio II

Continuamos con el juego buñuelesco, esta vez con aquellas cosas que me gustan en la vida. Huelga decir que en el anterior post y en este, dejaré en el tintero muchas de las obsesiones que me persiguen. Sirvan ambos de aproximación. Os invito a añadir vuestras propias filias y fobias en el apartado de comentarios.


Adoro el mar, sea cual sea, sin distinguir color, forma o estado. Soy hijo del mar.
Amo a Córdoba (lejana y sola), sobre todo en las cálidas noches de primavera con su olor de naranjos, madreselvas y jazmines, con la luna llena que todo lo mira y la Plaza Averroes silenciosa, camino a la muralla.
Me gustan Toledo, La Habana, Madird, París, Alhucemas y San Sebastián, cada una por lo suyo.
Siempre he sentido especial predilección por la mitología artúrica, tan llena de brevajes, de pócimas y de pasadizos secretos, acechada por intrigas palaciegas e incestuosas hechiceras. Si tuviese tanto dinero como Bill Gates construiría un castillo y lo llenaría de inscripciones, pasajes, falsas alcobas y demás zarandajas.
Me atrae la Semana Santa, sobre todo la de Lucena (Córdoba), lo cual para un ateo convicto y confeso como yo, suma otra contradicción. Las saetas, el olor a incienso y el aura tenebrosa de las procesiones acompañadas del redoblar de los tambores, los cirios de los penitentes y la simbología de La Pasión consiguen fascinarme.
Soy taurino y a pesar de que considero la fiesta una crueldad intolerable, he llegado a experimentar profundas emociones al ver torear a toreros como Curro Romero. La lucha entre la vida y la muerte, la bestia y el hombre, le arte y el maltrato me conmueven. No puedo evitarlo.


Me gustan los gangsteres y aunque sé que son gente despreciable, en el fondo siempre he querido ser como Lucky Luciano. Otro modelo ha sido Drácula, siempre que fuese el de Christopher Lee. Los vampiros siempre han suscitado mi interés.
Siento especial predilección por la noche en detrimento del día. El día es aburrido, la noche es inquietante, pérfida y loca. ¿Quién, Rouco Varela aparte, puede preferir lo primero?
Me gustan los perros. He tenido dos a lo largo de mi vida y a ambos los he querido más que a muchas personas.
Me divierte bailar salsa, jugar al golf y hacer que juego al fútbol. Las tres cosas resultan pelín idiotas y algo burguesas, pero vivo de mis contradicciones, cosa que también me divierte.
Me apasionan el póker, el mus y el risk, aunque a este último juegue muy poco.
Los sombreros y los abrigos largos son mis prendas preferidas.
Cuando era pequeño una de mis aficiones funadamentales eran los juegos de chapas. Aún hoy conservo una gran colección.
Aunque no poseo explicación alguna, los enanos me parecen interesantes, además de atletas sexuales y estupendos jugadores de cartas. Tengo una anécdota muy buena sobre esto, algún día puede que la cuente.


Me gusta el güisqui, especialmente el Jonhy Walker etiqueta negra. De un par de años a esta parte me he aficionado al gintonic, que prefiero de Bombay Saphire ante cualquier otra ginebra. También soy partidario del daiquirí que dan en Floridita y en un pequeño restaurante madrileño llamado Zara.
Una de las cosas que más disfruto en la vida es charlar con los amigos al amparo de una de esas bebidas.
Encuentro un gran placer en fumar. Lo hago desde los trece años y nunca me he planteado dejarlo. Como curiosidad diré que debo de ser el fumador de negro más joven en muchos kilómetros a la redonda.
Escribir me encanta. En el momento en el que se enciende el ordenador y aparece la pantalla en blanco experimento un sentimiento masoquista de horror y morbo.
No puedo vivir sin leer. Siempre he dicho que si tuviese que llevar algo a una isla desierta, lo segundo sería sin duda alguna un libro. Lo primero es evidente y constituye mi gran pasión.
Soy un apasionado del flamenco puro y un moderado aficionado de jazz. Me gustan Dylan, Sabina (aunque como persona dejó de gustarme hace mucho), algunos clásicos y Wagner. Aún así no soy un melómano. El nocturno para violín de Chopin me hace llorar.




Me atrae y me repele el mundo católico.
Adoro los bares clandestinos con mucho humo, poca música y cuatro o cinco grupos de gente que charla sobre cualquier idiotez. El Binomio era mi casa, pero me lo han cerrado: cabrones.
Soy erotómano y fetichista desde que tengo uso de razón al igual que el Divino Marqués, fuente de constante inspiración. Me agrada lo perverso, lo turbio. Soy un firme defensor del onanismo, auqnue no lo practico demasiado en los últimos años.
Añoro el Bar Portugal, templo mugriento de mi adolescencia.
Amo Aluche aunque cambie a un ritmo que resulta preocupante.
Admiro a los obreros, a la gente que trabaja y se esfuerza por sacar adelante a los suyos. Admiro la habilidad física y manual, que me es completamente ajena.
Me gustan los viejos mercados, no sé por qué; también los retablos, los cementerios góticos, la arquitectura mozárabe y la románica. Los hogares llenos de libros, fotos, cuadros y objetos me reconfortan. Siento una profunda fascinación por las viejas bibliotecas, los claustros y los monasterios.


Mi olor preferido es el de la tierra mojada. Me gustan las tardes tristes y lluviosas; las noches veraniegas; las cenas con la familia y los amigos.
Disfruto de la vida en pareja cuando la tengo, pero también encuentro un gran placer en la soledad.
Soy partidario acérrimo de la novela y el cine negros. Además de gángster quisiera ser Phillip Marlowe o Sam Spade. Poirot ni en sueños.
Me gusta la Escuela de Cine de San Antonio de los Baños, que es el lugar del mundo donde mejor y más a gusto se escribe.
Soy partidario del acto absurdo sin explicación aparente. Habitualmente, cuando voy con dos copas de más, vuelco con mucho cuidado y sin derramar los restos, los cubos de basura que encuentro por la calle.
Me gusta la radio. Hace años participé en un programa semanal como colaborador y hallé muy agradable la experiencia.
Me satisface el sonido que emiten las herraduras de los caballos al galopar.
Me gusta estar con mis amigos, con mi familia, con Nuria.

1 comentario:

Anónimo dijo...

"Yo adoro la estética. ¡Qué bonitos esos dorados! ¡Qué bonitas eas figuras!" Manuela Trasobares Forever.

Algún día volveré a ser la que fuí.

Saludos.

Manuela