martes, 17 de junio de 2008

Noches de Bodas

El pasado viernes estuve en una boda. Era esta una boda distinta a las demás porque la contrayente a parte de ser muy buena gente, es mi amiga. Acostumbrado como estoy a bodas de primos terceros a los que jamás he visto o a amigos de parientes, el evento del viernes adquirió un sentido completamente distinto. Es verdad que otra amiga mía, Carmen, se casó hace un par de años, pero aquello fue más bien una reunión de veinte amigos cenando a la salud de otra amiga.
La boda de Noemi fue un lujo. Me lo pasé en grande, aunque bien es cierto que bebí en exceso (cómo no) y de ello resultó un corte en la mano y una terrible resaca no exenta de lagunas de tiempo.


El caso es que para alguien que abjura constantemente de esta clase de compromisos sociales, que se aburre mortalmente con todo lo que huela a burocracia y que considera que lo de casarse es algo más propio de hace cuarenta años que de este momento, la sesión del otro día supuso un severo correctivo. Fui feliz contemplando la felicidad (valga la redundancia) de Noemi, de sus padres y su familia (a la que siento como mía propia) y de los invitados. Les deseo a los novios lo mejor, porque se lo merecen y porque les quiero.
Y a aquellos que como yo, pensáis que las bodas pueden ser un coñazo, os digo que siempre hay excepciones que confirman la regla y que cuando un amigo se va, algo se muere en el alma; pero que cuando se casa, algo florece y los gin tonics saben mejor y en estos días horribles que uno atraviesa, se vislumbra una salida al fondo del túnel.
Por cierto que el sábado, resacoso como ya he dicho, tenía actuación en un pueblecito llamado Quijorna. No salió mal, aunque vino muy poca gente a vernos. No obstante, la noche que sucedió a la actuación, fue sin duda, una de las mejores noches de mi vida, si no la mejor. En estos tiempos de tristeza, este fin de semana supuso un oasis hermoso. Lástima que lo bueno, no sé por qué, no dure más.
Como decía la canción: que todas las noches sean noches de boda, que todas las lunas sean lunas de miel... Así fueron la del viernes y la del sábado. Dichoso yo.

3 comentarios:

María Arenas Olvera dijo...

...y usted cuando se case... ¿me invitará a su boda?
:P

Anónimo dijo...

Es grandioso que a solo 8 días de haberte leído y saber que tenías un cansancio vital, lo que me llevó a leer al genial Neruda, veamos lo bien que te has recuperado y como uno se la puede pasar bien a pesar de todo, es que sabes?, la vida es así, entre el hartazgo y las miserias, etc, siempre encontramos el bombón que nos la hace más rica, te quiero y quiero siempre la loca amiga argentina que no deja de leerte nunca! besazos!!!!!

María Arenas Olvera dijo...

Pero una lluvia indómita, indómita.
:P