jueves, 12 de junio de 2008

La conjura de las sanguijuelas

Estoy hasta los cojones, con perdón. Ahora resulta que el Parlamento Europeo quiere que la jornada laboral pueda ampliarse hasta 65 horas semanales.
Es lo que nos faltaba ya por ver. En medio de una crisis absoluta del capitalismo, las polillas de los sillones parlamentarios en lugar de tratar de darle una salida a la situación que defienda a los trabajadores y mejore sus condiciones de vida, optan por acularse en tablas y en lugar de avanzar hacia un modelo económico más social y sostenible, aboga por el regreso a las condiciones laborales de la Revolución Industrial. Por fin se han quitado el antifaz.


Sesenta y cinco horas semanales hacen, en caso de librar un solo día a la semana, una media de más de diez horas diarias de curro. Nos hemos vuelto locos, es evidente. Los derechos conquistados con la sangre de los sindicalistas y el proletariado saltan por los aires mientras los camioneros hacen huelga, el petróleo se dipara y los jerifaltes económico se frotan sus repugnantres manos.
Esta es la consecuencia, quiera la gente o no quiera verlo, del fin de la Unión Soviética. Caído el Muro, las sanguijuelas capitalistas, las hordas de parásitos que se llenan la boca hablando de libertad, tienen vía libre para conjurarse y chuparle la sangre a la gente. Qué vergüenza, qué descaro.
Lo que no puedo comprender es que esta medida no haya suscitado una auténtica Revolución social. Nos están robando, nos están engañando, llevan décadas, siglos, milenios explotándonos y ahora, desarticulados todos los tejidos sociales, han conseguido algo que parecía imposible: dormir a la gente.


Esto es una mierda, señores. aunque por un lado tiene un aspecto positivo para mí. Cuando algún liberal me hable de que cobra poco, de que la sanidad es una mierda o algo por el estilo, le voy a mandar diez calles para arriba, dirección al estercolero. Ya está bien de soplapolleces. Aquí hay que llamarle al pan, pan y al vino, vino; y aquellos que se ponen del lado del explotador, del delincuente, del asesino son cómplices (también serán libreopensadores, no digo que no, pero librepensadores cómplices, qué horror).
Esto cansa y hoy, una vez más, reivindico el socialismo (el comunismo) como único modo de libertad total, de plena emancipación. Y el que me salga con Stalin o con Pol Pot que se entere de una puta vez que eso de comunista tiene tanto como el liberalismo de democrático, es decir, absolutamente nada.

2 comentarios:

cal·lo dijo...

Buenas, Álvaro. Intentaré ser breve, cosa que apenas deja lugar para los matices.
Me presento tan sólo a tu memoria, puesto que ya nos conocemos/ conocimos. Soy Carlos, el primo catalán de Carlos, de Villaviciosa. Nos vimos un par de veranos hace unos años. Él me indicó el blog: no se lo tengas en cuenta. Disculpa que me manifieste pero algo puedo decir: literatura, política...
Me impresionó conocer tu persona, quedé admirado: no lo niego. Pero yo era muy adolescente, y de pueblo. Ya soy más sereno, no te incomode que te hable.
No entro en el artículo. Comparto lo que dices, no hay duda. Bien, la brevedad... he dicho!
Recuerdos. (Ah, cuando quieras tocar el nacionalismo... ya diré).
Salut!

Trapecista dijo...

Te recuerdo perfectamente, querido Carlos. No sólo no se lo tengo en cuenta a tu primo sino que se lo agradezco: siempre es enriquecedor ganar un lector y un contertulio. En absoluto me incomoda que me hables, coño. ¿Qué clase de estirado cabrón crees que soy, jajajaja? Entra en los artículos siempre que quieras. Por supuesto que tienes mucho que decir y se agradecerá tu opinión siempre. Un fuerte abrazo y a ver si nos vemos este verano.