

Aquellos que me conocen ya saben que no soy precisamente una autoridad en cuestiones relacionadas con Internet. Aún así, me he animado a crear este blog, una excusa perfecta para liberar demonios y dar rienda suelta a cualquier pensamiento que se me pase por la azotea. Espero que lo que se escriba por aquí sea del interés de algunos de vosotros. Un abrazo a todos y todas
Vi a Leopoldo hace un par de años en una caseta de la Feria del libro de Madrid. Antonio Huerga me invitó a tomar una cerveza con ellos y claro, no puede negarme. Para mí era como sentarme con Rilke y hablar de poesía. La cosa salió mal.
Panero estaba destruido, le habían destruido. Pasó todo el tiempo con la mirada perdida, sin hablar e intentando meterle mano a la camarera. Ni siquiera pudo rubricar el ejemplar de su último poemario que yo había comprado en la caseta.
En sus ojos había algo remoto, un vestigio de tristeza. Pensé, cuando me despedí de ellos y eché a andar por las calles de Madrid, que les debe pasar a todos los genios, a los auténticos artistas. Es como en esa novelita de Balzac, La obra maestra desconocida. Nadie los comprende, les toman por locos y terminan así, sin remedio. Es algo inherente a la creación, puesto que nunca se alcanza el arte puro, porque el arte puro es la vida, el semen, la sangre, todo aquello que Panero siempre ha tratado de expresar y ha rozado con la punta de los dedos como pocos.
El declive físico de Panero es evidente. El declive mental no tanto. Porque los locos por lo general, suelen ser más certeros y más lúcidos que el resto. Porque la voz de los locos es la voz desposeida de ese filtro que no hace sino negar nuestra naturaleza, la invariable sed, la pulsión perpetua. Ese maldito filtro que para ser un artista, para ser un poeta, para ser un escritor es necesario rasgar, ese maldito filtro que llamamos cultura, moral, convicción, religión o ideología. Dejo unos versos suyos, que hablan por sí solos. Unos versos que me persiguieron desde que una tarde me inundaron y agarraron y que nunca me han soltado.
No es tu sexo lo que en tu sexo busco
sino ensuciar tu alma: desflorar
con todo el barro de la vida
lo que aún no ha vivido.
Estoy y espero que se me perdone el lenguaje, hasta los cojones de la familia real, con sus asignaciones, sus portadas de revista, sus cierres de periódicos, sus adictos a la cocaína, sus paralíticos, sus amantes cabareteras, sus nietos, sus leonores, sus premios, sus llantos en funerales, etcétera. Estoy hasta los mismos de la campechanía, la popularidad y el valor que supuestamente han demostrado. Porque no son ciertos, porque si el Rey sale en moto para irse a una casa de putas está en su derecho, pero no significa nada más allá de que es un putero y que le gustan las motos.
Ya está bien, hombre. Que los españoles no somos idiotas por mucho que los periodistas que salen en la televisión parezcan sacados del zoológico. No estoy abogando por la República, porque me parece que estaría de más, estoy abogando porque esta gente se pire de una vez, se meta en los palacios que construyeron con el expolio colonial y no nos ponga más en ridículo.
En fin, todo son pajas mentales.