miércoles, 2 de febrero de 2011

La sonrisa sin zapatillas

Era un día frío en Madrid, de esos que parece que no depararán nada demasiado interesante, excepto un resfriado. De pronto el teléfono sonó… era Guillermo, el Jefe de Estudios de Foro de Creadores 2.0. Pensé que sería una llamada destinada a resolver alguna cuestión de la escuela o tal vez para diseñar un programa, puede que sólo para charlar sobre una clase o un alumno que necesitara algo. Pero me equivoqué. Me equivoqué de pleno.

Resultaba que la Fundación Voces se había puesto en contacto con la Escuela para ofrecernos un hermoso proyecto: impartir un curso en Malí de Producción Audiovisual con el objetivo de formar a nuevas generaciones y tratar de aportar así nuestro granito de arena al desarrollo del país. La idea era dar un Taller de seis meses a los alumnos de segundo, tercero y cuarto curso, para lo que deberíamos enviar a profesores de la Escuela a Malí. También se convino realizar un taller de videoclip con los alumnos de quinto año que ocuparía la primera semana de nuestra estancia allí. No nos lo pensamos demasiado y un par de días después ya habíamos dispuesto todo para que la aventura comenzara. El primer mes iría yo para impartir el taller de videoclip y un seminario sobre guión y producción audiovisual y más tarde me relevaría Jan Vilanova, profesor de montaje en la Escuela.

Lo que vino después fue tan rápido que casi no lo recuerdo. En menos de lo que canta un gallo estaba haciendo las maletas, vacunándome de cinco cosas y renovando el pasaporte para tomar dirección a Malí.

El domingo 23 de enero, bien entrada la madrugada, aterrizamos en Bamako, la capital. La expedición estaba formada por Coque, Josemi e Iñaki (tres fantásticos arquitectos del estudio Patrimonio 48 con un proyecto maravilloso para construir una escuela en la ciudad), Ana y Juan (responsables de Voces), el productor musical Fernando Montesinos, el presidente de Sony en España Carlos López, los cantantes David Summers, Ana Torroja, Edurne y Álvaro Benito, y un servidor, Director de la Escuela Foro de Creadores 2.0.

Tras una larga espera para finiquitar nuestros visados pisamos por fin Bamako y tomamos rumbo al hotel. Al día siguiente comenzaba el trabajo. Cada cual tenía sus compromisos y yo debía empezar el taller de videoclip, así que nos fuimos a dormir.



En la mañana del lunes comenzó todo. A la luz del día, Bamako se reveló como una ciudad distinta a todas cuantas había visto antes. No fue la pobreza, no fue la suciedad ni la tierra -roja como la lava- que me teñía los zapatos, no fue el caos crepuscular que invadía las calles o al menos, no fue sólo eso. Fue más que ninguna otra cosa la sonrisa en los rostros, en muchas ocasiones motivada por un secreto ignoto o por una responsabilidad hospitalaria desconocida en occidente. Fue también la sensación de estar en un sueño o en el reflejo de un sueño en el que la vida era otra cosa, no supe intuir qué, pero otra cosa en cualquier caso.

Lo primero que hicimos fue ir al Conservatorio de las Artes a conocer a los alumnos y alumnas del Taller de Videoclip. No fue sencillo encontrarlos, pero tras una ardua búsqueda pudimos comenzar. Rápidamente pude comprobar que su formación dejaba bastante que desear, pero eso es algo lógico en un país en vías de desarrollo (Cuba es un caso aparte) y para eso estábamos allí nosotros: para mejorar esa formación en la medida de nuestras posibilidades.

La tarde transcurrió más o menos normal. Les expliqué el uso básico de la cámara que les habíamos traído (la Canon D5) e hicimos algunas pruebas con ella. Al día siguiente comenzaría el rodaje del videoclip, así que también redactamos un pequeño guión técnico para que nos sirviera de guía en el proceso.

Con esas concluyó la jornada de trabajo y para celebrarlo algunos de los integrantes de la expedición acudimos a la terraza del hotel Mandé a tomar una cerveza sobre el imponente río Níger. Describir la puesta de sol desde ese lugar sería un empeño que llevaría un tiempo del que no dispongo, así que lo dejo abierto a la imaginación del lector, que espero que esté debidamente sugestionada para dicha tarea.



A la mañana siguiente iniciamos el rodaje. La canción sería una versión de Mi primer día, del grupo Los Aslándticos, cantada a varias voces por David Summers, Ana Torroja, Álvaro Benito, Edurne y algunos alumnos de la especialidad de música del Conservatorio.

Mis alumnos y yo estuvimos grabando todo el proceso de la grabación que se produjo en el estudio del Conservatorio y al terminar teníamos casi dos horas de material bruto (no está nada mal).

Luego fuimos a comer al orfanato de Kaddia, situado a pocos metros del Palais de la Culture. Ese fue, quizás, el momento más especial de todo el viaje hasta ahora. Kaddia (quizás no se escriba así, lo ignoro) es una mujer malí que tenía un puesto en la calle y que un buen día decidió dejarlo todo y abrir un orfanato y un restaurante para recoger a los niños abandonados de Bamako y cuidarlos con los pocos recursos que obtuviera del negocio. Una historia de esas que te hace recobrar la fe en el género humano.

El tiempo que pasamos en ese lugar fue de oro. Los niños nos recibieron con los brazos abiertos. De nuevo me volvió a impactar la sonrisa malí, una sonrisa descalza y sincera, rebosante de amor y de ese optimismo intuitivo que sólo puede darse en la niñez. Aún hoy se me pone la carne de gallina sólo con recordarlo. Como dice una amiga mía, en África podrás pasarlo bien o mal, llorar o reír, sentirte solo o acompañado, pero de lo que no cabe duda es de que volverás siendo mejor persona.

En el orfanato también tomamos imágenes de cara al videoclip (el trabajo es lo primero) y tras concluir fuimos al mercado de las artes a comprar unos colchones para que los niños pudieran dormir sobre ellos. Sé que es poca cosa, que no sirve de casi nada y que no es más que un parche, pero bueno… se hizo y punto. Otro día haré la lectura política, que hoy no me apetece.

Así acabó la jornada, sólo quedaba un día para terminar el taller y la cosa iba bastante bien.



El tercer día fue igual de interesante. Viajamos hasta Calabancoró y visitamos los terrenos donde se construirá la Escuela que Voces atesora como su mayor proyecto. Después nos dirigimos, entre interminables caminos de tierra caliza, a la escuela infantil de la que saldrán los niños que completarán sus estudios en la nueva escuela que se piensa levantar. Es difícil, una vez más, referir con palabras lo que uno puede sentir al descender de la furgoneta y verse en medio de un océano de niños y niñas que te dan la mano y la bienvenida, para arrastrarte después entre vítores y sonrisas hacia su patio de recreo, donde te espera una fiesta por todo lo alto en la que una mujer vestida con el traje regional canta una melodía de bienvenida y dos hombres tocan los bongos con excepcional técnica, al menos para un profano en el terreno musical como es mi caso. Cantamos, filmamos, reímos y hasta jugamos un partido de fútbol en el que los españoles no hicimos gala de nuestra condición de campeones del mundo (perdimos por 1-0 y francamente me alegro). Las imágenes que allí rodamos fueron muchas, pero las que se quedaron en el corazón fueron más.

Tras la visita se dio por concluido el taller de videoclip, que arrojó, espero, unos resultados aceptables. Dentro de poco montaremos con los alumnos las imágenes y podremos disfrutar del resultado de nuestro trabajo.

Parte de la expedición se fue esa noche, otros seguimos con esta aventura en Siby y en otros lugares… pero eso lo contaré otro día. Creo que por esta vez es suficiente.

3 comentarios:

Miguel Ibáñez Monroy dijo...

Genial Álvaro!!! Me ha encantado la crónica!

Anónimo dijo...

Buenísimo, a las buenas personas les suceden buenas cosas y además saben como compartirals, siempre deseo lo mejor para vos y te tengo conmigo todo el tiempo, me hace bien saberte en el camino que vas eligiendo te quiero y quiero chiquito!, tu loca amiga argentina

Arún Balani dijo...

Una experiencia fantástica y enriquecedora por lo que he leído. Me alegro mucho por ti. Me enterneciste con esa foto en la que agarras a esos dos renacuajos, y sonríes.
Un abrazo.