lunes, 29 de septiembre de 2008

Por Ópera

Dirección a Madrid, calle Morería, al lado del Puente de Segovia, cerca del Palacio de Oriente... buen sitio. Alquiler no muy caro a espera de subvención que lo abarate cuanto más, mejor.
Me mudo, otra vez a Madrid. El 1 de noviembre, este trapecista que les habla, escribirá sus post desde su reluciente (no por la luz precisamente) estudio. Ha sido una búsqueda corta en la que he descubierto la especlación de los arrendadores y las dificultades económicas que uno ha de pasar si decide liar el petate y tirar para la capital del reino. Ahora llega la incertidumbre de abandonar un tipo de vida, esa alejada del bullicio en Brunete e iniciar una nueva, en el meollo de los meollos, donde se mueve todo, aunque a un ritmo frenético y poco saludable. Tengo ganas, ganas de Madrid, de cafés, de teatro, de tertulia, de juerga, de cine, de independencia.


No se me malinterprete. Yo con mis padres siempre estuve muy a gusto, pero uno creció y consideró, llegado el momento, volar libre, con las alas desplegadas y la ropa sucia esperando para que conectes la lavadora. En eso sigo y no está mal. Es ley de vida, supongo. Aún queda un mes, pero ya me siento de otra forma, como cercano a esa ciudad que me vio crecer y de la que me escabullí en plena adolescencia para arribar a otras costas de las cuales siempre guardaré un infinito cariño a pesar de los pesares. No me desvinculo de Brunete; sigo teniendo allí un grupo de teatro, una familia, una perra, amigos del alma y muchos recuerdos. Lo que ocurre es que ahora, tendré todo eso, pero cerca de Ópera, desde la cual, todo queda más cerca, incluido Brunete. Los amigos ya lo sabéis: ahora también tenéis casa en Madrid, pero de uno en uno, que el estudio es chiquitín comparado con el piso en que vivía antes.

viernes, 19 de septiembre de 2008

Cambios

Nada es perfecto, nadie es perfecto... ni siquiera la vida. Hay cosas que están bien o lo parecen y de repente dos paletos que no saben hacer la "o" con un canuto vienen y las joden. Cést la vie, que dirían los franceses.
Me he cansado, al fin, de la vida en Brunete; un pueblo al que he querido y quiero, pero que está tan lleno de serpientes venenosas, tan superpoblado de miserables con lazarillo pistolero, que empieza a resultar un imposible el andar por las calles sin que alguno de esos reptiles te muerda e inyecte veneno. Por demás, la ineficacia de los poderosos, la soberbia de los delincuentes, el tufo a pescado podrido de la guardia pretoriana han colmado la paciencia de este servidor que les escribe. Ahora, por primera vez en mucho tiempo, echo de menos Madrid, mi Madrid, esa ciudad incivilizadamente civilizada en la que ir al cine, respirar cultura o decir lo que venga en gana, está al alcance de la mano.


Desde hace una escasa semana, apenas días, he iniciado ese temido momento que todo joven marca en el horizonte: buscar piso... De alquiler, claro, no vayamos a joder. Los precios andan por las nubes en la capital del reino de España. He encontrado una cosilla por 500 euros, pero no sé si será definitiva: gano bastante y tengo algo ahorrado de otras series, sí, pero no sé cuanto va a durar la nueva: la televisión es así.
No obstante, como decía un genio limpiabotas, nunca se ha escrito nada de cobardes (mentira, claro, como todas las genialidades) y he decidido tirar para adelante. Ya no hay vuelta atrás. El horizonte es difuso, pero es (en el sentido existencial de la palabra) por primera vez en mucho tiempo. Como decía la semana pasada, toca tirarse al ruedo. Madrid me espera y espero que no sea por mucho tiempo. Salud.

viernes, 12 de septiembre de 2008

Al ruedo

Es muy tarde, más de las cuatro de la mañana. Acabo de terminar un guión para la serie en la que trabajo y llevo un ducados por la mitad. De repente, un pensamiento me sobreviene: hace mucho que no escribo en el Blog. ¿Por qué será? Vaya usted a saber...
El verano muere en las manos del granizo, la lluvia y las fiestas patronales de los pueblos. En Brunete flota un holor de churros, vodka y fuegos artificiales. Artificiales, sí, como todos los fuegos de colores.
Llevo varios días con un pesar hondo, del que en mayor o menor medida he dado cuenta en este blog. Desde que trabajo, desde que cumplo años y voy a la playa a descansar, noto que algo se ha escapado. No diré que la juventud porque eso sería un insulto a los menos jóvenes.


El verano se me ha escapado de las manos como arena fina. Hace algunos años recorría los pueblos de España, las fiestas, las ciudades. Hace no mucho me emborrachaba y vivía de las anécdotas y las locuras estivales durante meses. Hace no tanto -aunque pareciera que son siglos- no paraba. Ahora escribo y escribo. Ahora, a veces, estoy cansado y no me apetece salir. Qué cosas.
En ocasiones siento un gran desasosiego, otras veces experimento cierto orgullo. La pregunta es clara: ¿estoy mejor que antes? Pues lo peor de todo es que no lo sé. Lo único que tengo claro es que estoy en otro estadío; si es mejor o peor que el anterior, sólo el tiempo lo dirá... o no. En cualquier caso ¿qué más dará? Simplemente es lo que toca y con eso hay que avanzar. Ale, al ruedo... llorón. Cigarro concluido. A dormir, que mañana madrugamos.